Como reza el título de esta entrada, soy maquero. Y si me preguntaran por qué, tendría que remontarme mucho en el tiempo para encontrar respuesta a esa pregunta. Y no estoy alardeando de ser maquero desde hace tiempos inmemoriales, todo lo contrario, sino que si echo la mirada atrás, tengo la sensación de haber estado ligado tecnológicamente a Apple desde que tengo uso de razón tecnófila, es decir desde casi siempre.
Como he contado en múltiples ocasiones, soy un apasionado de la tecnología en general y de todo lo que rodea a la informática en particular, desde mi más tierna infancia. Esa pasión me ha llevado a disfrutar de muchos «inventos» informáticos desde una temprana edad y en cuanto salían al mercado. He tenido la suerte de tener en mis manos»cacharros» que han marcado la historia reciente de la informática doméstica, en particular de marcas emblemáticas como Sinclair y Commodore. En los años 80, el destino puso en mi camino dos ordenadores que iban a cambiar mi percepción de la informática para siempre: el primer modelo de PC de IBM que adquirió la empresa de mi padre, que tuve oportunidad de manejar durante largas semanas hasta que la empresa de software encargada del desarrollo de las aplicaciones necesarias me lo arrancó literalmente de la manos con gran dolor de mi corazón, y un Apple II propiedad de un amigo y vecino de mis padres con recursos económicos suficientemente amplios como para hacer frente a un desembolso nada despreciable en aquellos años, pero con conocimientos informáticos tan limitados que no tuvo más remedio que cederme el uso y disfrute del ordenador durante una muy larga temporada que recuerdo con muchísimo cariño, durante la cual aprendí a programar en basic y llegué a pasarme más horas ante un monitor que realizando cualquier otra actividad más propia de un chico de unos 15 años.
Ese primer y largo contacto con Apple me marcó profundamente y me llevó a ser ya en aquel entonces fan y fiel seguidor de esos dos jóvenes americanos de nombre Steve, especialmente del que era para mi el gran ideólogo del invento -Woz-, aunque los acontecimientos futuros me iban a demostrar que el alma de Apple era en realidad Jobs.
Los estudios universitarios y los inicios de mi vida profesional me llevaron a abandonar la marca de la manzana para adoptar lo que se llevaba entonces: un PC clónico. Durante esa época relativamente larga de mi vida, de la cual no reniego en absoluto por todo lo que me ha aportado, seguí muy pendiente del devenir de Apple, sufriendo en muchas ocasiones por lo que parecía ser la crónica de una muerte anunciada. Y cuando me alejaba un poco más de la cuenta del mundo de la manzana, ahí estaba el destino para recordarme mi apego a la marca, incluso profesionalmente, con acontecimientos varios que me impedían olvidarme de Apple. Recuerdo en particular un amigo y compañero de profesión, hoy fallecido desgraciadamente, que me enseñó muchísimas cosas de este oficio que hoy es el mío, maquero de toda la vida aunque nada tecnófilo, que hizo todo lo que pudo y más por incitarme a volver a usar un ordenador de Apple, invitándome a usar su Mac en cuanto hubiera ocasión porque según él era la mejor forma de que me diera cuenta de la diferencia abismal que había con Windows.
Pero el detonante de mi vuelta al mundo de Apple es sin duda, como les ha pasado a muchos, la compra de un iPod, y en concreto de un iPod Mini azul que esta familia aún conserva, comprado en el año 2005. Esa maravilla de la tecnología hizo que desde ese mismo momento me planteara en serio un come back que sólo era cuestión de tiempo. Resistí al poder de seducción sin límites del «Lamparito» y al amor a primera vista que supuso para mi el iMac blanco. Pero cuando llegaron Intel y luego el iMac de aluminio, ya no me quedaban fuerzas para resistir y sucumbí.
Todos estos acontecimientos explican mi vuelta a Apple y mi cambio a Mac. Pero si hoy en día sigo siendo maquero convencido, entiendo como tal el que usa un Mac y no sólo un dispositivo de Apple, es porque para mi OSX es EL SISTEMA OPERATIVO. Su gran estabilidad, sus múltiples herramientas de productividad, como Spotlight, su ergonomía, su facilidad de uso, lo hacen absolutamente imprescindible para mi, ya no para un uso personal, sino profesionalmente hablando. No me planteo el uso de otro sistema operativo en un ordenador de sobremesa o portátil, no cabe en mi cabeza otra posibilidad, no existen alternativas a mi entender, y no estoy despreciando aquí los esfuerzos y logros conseguidos por los SO alternativos. Todo lo demás, léase iPhone, iPad, iOS, iPod, etc., es para mi un añadido, un complemento. Me encantan todos estos cacharros, los uso, han pasado ya muchos por mis manos, son el presente y el futuro de la informática en general y de Apple en particular, pero OSX para mi es la joya de la corona, es el no va más, un must que se dice, algo al que es muy difícil que renuncie en el futuro. Mucho tendrían que cambiar las cosas en la era post Jobs para que yo cambiara OSX por otra cosa…