Mi primer contacto con Apple se remonta a 2003, cuando en el autobús de vuelta a casa desde el trabajo me encontré con un compañero de instituto con el que hacía años no hablaba. El estaba entretenido y no reparó en mi presencia, yo si y me acerqué. Andaba embelesado con un artilugio electrónico entre las manos, su mirada recaía sobre una pequeña pantalla en blanco y negro mientras sus dedos dibujaban un movimiento circular que llamó mi atención. Si, lo habéis adivinado, eso era un iPod, uno de tercera generación para ser más preciso.
Estuvimos charlando en el viaje de vuelta de nuestra adolescencia, de lo que nos había deparado la vida tras dejar las aulas. Una vez nos pusimos al día le pregunté sobre ese aparato de música portátil que me enamoró a primera vista. Me dejó trastear con él y confieso que la primera vez que hice scroll con esa rueda (ya mítica) supe que tenía que hacer todo lo posible por hacerme con uno. Me explicó que era caro, pero que era el mejor. El autobús llegó y nos despedimos. Los días posteriores los pasé echando cuentas, necesitaba tener un iPod. Por aquellas tenía un PC y cuando al final me hice con el iPod me llevé una desagradable sorpresa pues no me caí en la cuenta de que iba por Firewire y mi PC no tenía esa conexión, otro gasto sumado al ya caro del iPod, pero me daba igual, quería instalar cuanto antes iTunes y empezar a volcar mi música a ese dispositivo mágico. Me encantaba llevarme mi nuevo iPod al trabajo y aunque había otros MP3, ninguno igualaba al de Apple y eso quedaba demostrado cuando lo enseñabas en público.
Disfruté ese iPod de 15 GB y lo exprimí como pocos gadgets, era mi accesorio de viaje número uno hasta que llegó el de quinta generación, con pantalla a color de 80 GB y lo renové. El primero se lo di a mi hermano el cual lo usaba en su coche con un adaptador de cinta de casete. Años después murió en acto de servicio y hoy día anda por casa, pero ya no arranca.
Como a muchos nos ha pasado y demuestra que Apple lo tiene bien estudiado, empiezas con un «simple» iPod y dentro de ti, sin darte cuenta, va naciendo algo que te llama a probar los ordenadores y dar un pasito más. Los iPod funcionan en Windows, pero no es su hábitat, piden un OSX para dar todo de si. El paso a procesadores Intel con la opción de instalar Windows en una partición, me animó a mi y a muchos a dar el paso de hacerme con uno. Si hoy los Mac son caros, años atrás la diferencia era aún mayor, se salían del presupuesto de la mayoría de «mortales», entre ellos a mi. Pero me enteré de una campaña llamada «Plan avanza» por la cual el Estado fomentaba la compra de ordenadores ofreciendo con algunas entidades bancarias, hasta 3000€ en 3 años con 0% de interés. Era mi oportunidad de tener algo de otra forma casi inalcanzable. Me informé y me concedieron el préstamo, no cabía en mi de ilusión. Me puse en contacto con Apple vía telefónica para hacer mi compra y un Macbook pro de 17″ Core 2 duo acabé encargando, 2700€ la broma, que junto al Applecare sobrepasaron los 3000€ iniciales. Era un dineral, pero cuando me llegó y lo toqué por primera vez, todo pasó a un segundo plano, tenía mi primer Mac. Sin saberlo, algo iba a cambiar ese día.
Mi contacto hasta ese momento con el mundo Mac era nulo, los inicios eran un constante aprendizaje, las alforjas de Windows pesaban mucho. El uso que le di principalmente durante unos años fue el de sincronizar iPod y más tarde iPhone para poco a poco ir migrando tareas de Pc a Mac. Empiezas catalogando tus fotos, y montando el video de las vacaciones, hasta que en un momento sin darte cuenta, le has perdido el miedo y lo usas para todo. Pero no fue hasta mediados de 2010 (en el Apple Store de Xanadú) cuando compré el iMac de 21,5″ que uso actualmente, cuando dejé de vivir entre PC/Mac para zambullirme de pleno en OSX. Como curiosidad, ese día iba a por un Mac mini y salí con un iMac, tiritando dejé la tarjeta.
Por mi casa han pasado el iPhone 3G (otro momento único), el iPhone 4 y ahora un 5, el primer iPad y uno de segunda generación, además de un un iPod nano de 5a generación y uno de sexta que actualmente llevo diariamente como reloj de pulsera. Desde diciembre y tras unos años sin un contacto diario con los PC, me he hecho con uno que sólo utilizo como plataforma de videojuegos conectado a la tele.
Yo nací con la pasión por la informática y en general por cualquier cacharro electrónico, pero no fue hasta la era de los Pentium II cuando tuve mi primer ordenador, ¿muy tarde a que sí? No se pudo antes, mientras tanto disfrutaba con las consolas de videojuegos que me daban otras alegrías. La primera que tuve fue una Atari 2600, después llegó la Gameboy y así sucesivamente iba teniendo una consola por generación gracias a los Reyes Magos. Hoy día conservo esas primeras junto a las que fui comprando según iban saliendo una vez pude costearme yo los gastos. Hoy día tengo más de 30 consolas y varias centenas de juegos y lo peor es que no para de crecer la colección, inversamente proporcional al espacio libre.
Hoy día no me planteo abandonar Mac Os X ni iOS pues me da lo que necesito y funciona bien. Me uno al proyecto Gumcam en la mejor compañía, dispuesto a aprender cada día de mis amigos y compañeros y a brindar los conocimientos que pueda tener en beneficio de esta comunidad.